La página evangélica propuesta hoy para nuestra meditación concentra nuestra atención en la institución de los Doce. En la sección de Mc 1, 16-20 ya se hablaba de la llamada de los primeros discípulos de Jesús, pero en la presente sección la llamada alcanza otro nivel: los "llamados" constituyen en adelante un grupo especial, que no solamente han de seguir a Jesús como los demás discípulos, sino que sobre todo han de estar con él para ser enviados a predicar. Especialmente, en Mc 6, 12-13 se les ve en plena actividad ejerciendo su ministerio de predicación. La institución de los Doce se presenta, pues, aquí como una sección que prepara el envío del mismo grupo en misión (Mc 6, 6b-13). Se sitúa en un gran conjunto que trata de la misión de Jesús en Galilea, misión a la cual se asocian de forma particular los Doce (Mc 3, 7 - 6, 56).
La pregunta que surge de entrada es la siguiente: ¿por qué Jesús preconiza la cifra de doce a propósito de sus más próximos colaboradores? La cifra de doce hace referencia a las doce tribus de Israel, sobre todo a la esperanza relativa a la restauración del Pueblo de Israel al final de los tiempos. La restauración del Pueblo de Dios ya había sido anunciada por los profetas (cf. Is 44, 21-28; 49, 6-23; 60, 1-22), y la institución de los Doce es un comienzo de realización de la misma. Las explicaciones de Jesús sobre el papel determinante que desempeñarán en los últimos tiempos aquellos que le han seguido (cf. Mt 19, 28) confirma esta idea.
Otro elemento importante que considerar en el texto de Marcos es el cambio de nombre que experimentan algunos de los "llamados". Simón recibe el nombre de Pedro (del griego petra, que significa fundamento). Lo mismo ocurre con Santiago y Juan, que reciben el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno. Este cambio de nombre toma su sentido de la tradición judía en la que el nombre nuevo que se le da a alguien marca en su vida la adquisición de un nuevo puesto o un nuevo estatuto, como en el caso de Abrahán (Gn 17, 5) y Jacob (Gn 32, 29). En el caso específico de los discípulos mencionados, Pedro es llamado a desempeñar en adelante el papel de roca o de fundamento del nuevo Pueblo de Dios que Jesús quiere establecer (Mt 16, 18). Los dos discípulos Santiago y Juan, junto con Pedro, constituirán también un grupo privilegiado al que Jesús podrá hacer partícipe de ciertos acontecimientos excepcionales de su vida (cf. Mc 5, 37; 9, 2; 14, 33).