Estos versículos del Evangelio están relacionados con el debate que viene a continuación sobre el origen de la autoridad de Jesús, particularmente, el poder de expulsar a los demonios. En tiempos de Jesús, existía la idea de una conexión entre posesión demoniaca y locura. Con frecuencia, eran considerados como algo similar y en términos intercambiables. En consecuencia, dos grupos, los familiares de Jesús y los líderes del pueblo judío, hablan de él como un loco y/o un poseído por un demonio. La atribución de estas causas negativas a las acciones positivas de Jesús seguirá apareciendo a lo largo de la narrativa del evangelio.
¿Por qué Marcos presenta esta reacción contraria por parte de la familia de Jesús? Podemos encontrar posibles respuestas a esta pregunta en los dos grupos interesados en el liderazgo de la Iglesia primitiva y en las exigencias del discipulado. Cierto liderazgo dentro de la Iglesia primitiva estaría fuertemente influenciado por la familia de Jesús (por ejemplo, su pariente Santiago) quienes apoyaban una observancia de la Torá y otras prácticas judías que Marcos y su comunidad no apoyarían. Para otros, la descripción de las intenciones de la familia de Jesús indicaría la persecución familiar que se produce cuando alguien decide seguirlo. En un sentido positivo, la comunidad de Marcos cree firmemente que Jesús fue reivindicado por Dios quien lo levantó de entre los muertos. Por eso, soportar las persecuciones es una consecuencia del discipulado, incluso cuando esta proviene de la propia familia. Si los cristianos siguen el ejemplo de Jesús, recibirán la misma recompensa. Existe una intención clara de asociar los discípulos a Jesús. La mayoría de las traducciones armonizan el texto. En el texto griego, Jesús entra solo a la casa. Sin embargo, todos ellos no tienen tiempo de comer por estar atendiendo a los demás.
En el llamado a los discípulos, se enfatiza el abandono del propio estilo de vida y de la propia familia natural para ser parte de la familia de Jesús. El evangelio de hoy sigue de cerca los versículos sobre Jesús que ora, llama e instituye a los Doce. Jesús los convoca para que «estén con él y para enviarlos a predicar con la autoridad para expulsar demonios» (3, 14-15). En la medida en que ellos reciben la misión de Jesús, también deberán ser tratados como Jesús ha sido tratado. La persecución es parte de la identidad de la familia de Jesús porque él mismo sufrió y soportó la persecución. Por eso, los discípulos no deben sorprenderse por ser perseguidos, incluso por sus propios familiares, ya que esto es característico del final de los tiempos. Jesús les habla claramente a sus discípulos de esta posibilidad: «Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte» (13:12).
La severidad con que son presentados los familiares de Jesús hasta el punto de una persecución familiar, parece repetirse en la comunidad de Marcos, dado el énfasis que se le da en este texto. Tal vez, esto explica también la relación que Jesús establece entre predicar el Reino de Dios y el llamado de un grupo particular de hombres para acompañarlo y asumir su misión. Si este fuera el caso, podemos imaginar a los familiares de Jesús diciendo «¿qué es lo que va a hacer? Y ¿con esa gente?»